En los centros que ejercían influencia decisiva en la opinión
pública de Europa alrededor de 1930, las exigencias de felicidad de las masas
no eran consideradas una cosa natural, ni su ausencia un asunto de
investigación.
Por esa época no había ninguna organización
política que hubiera considerado bastante importante ocuparse de problemas tan
"banales", "personales", "poco científicos" o
"no políticos".
Pero los acontecimientos sociales que
ocurrieron alrededor de 1930 plantearon precisamente ese problema en toda su
magnitud. Fue la ola del fascismo que barrió a Alemania como un huracán e hizo
que los individuos se preguntaran con el más absoluto desconcierto cómo una
cosa tal podía ser posible (1).
Los economistas, sociólogos, reformadores
culturales, diplomáticos y hombres de Estado, trataban de encontrar una
respuesta en los viejos libros. Pero la respuesta no podía encontrarse en los
libros. No había una sola pauta política en la que pudiera encuadrar esa
irrupción de emociones humanas irracionales que el fascismo representaba. Nunca
en la historia la política se había problematizado como una cosa irracional.
El descubrimiento freudiano de la
sexualidad infantil y el proceso de represión sexual representaban, hablando en
términos sociológicos, la primera vez que se tomaba conciencia de que durante
miles de años se había negado el sexo. Ese conocimiento seguía vestido
por ropajes altamente académicos y no confiaba en su propia capacidad para
caminar.
La sexualidad humana clamaba por el derecho
a salir de la oscuridad de la vida social, donde por milenios había llevado una
vida sucia, insalubre, purulenta, y situarse en el frente del brillante
edificio que tan grandilocuentemente se denominaba "cultura" y
"civilización".
Los crímenes sexuales, los abortos
criminales, la agonía sexual de los adolescentes, el asesinato de las fuerzas
vitales en los niños, las perversiones a granel, los escuadrones de la
pornografía y del vicio, la explotación vil de ansia humana de amor llevada a
cabo por vulgares empresas comerciales y publicitarias, los millones de
enfermedades tanto psíquicas como somáticas, la soledad y la mutilación en
todas partes, la fanfarronada neurótica de los supuestos salvadores de la
humanidad, todas esas cosas difícilmente podían considerarse como ornamentos de
una civilización.
La evaluación moral y social de la más
importante de las funciones humanas biológicas, estaba en manos de damas
sexualmente frustradas y profesores vegetativamente muertos. Los frustrados y las
momias apelaban al sentimiento generalizado de culpa sexual, para que
atestiguara contra el caos sexual y la "decadencia de la civilización y la
cultura".
…Los descubrimientos de la investigación de
Malinowski en las islas de los mares del Sur tuvieron un efecto
extraordinariamente fecundo. Tal efecto no consistió en despertar la curiosidad
lasciva con la cual los mercaderes sexualmente perturbados reaccionaban frente
a las jóvenes de los mares del Sur o se enloquecían con las danzas hawaianas:
no, se trataba ahora de algo serio...
En 1929 se publicó la obra principal de
Malinowski, The Sexual Life of Savages. Contenía un riquísimo material que
enfrentó al mundo con el hecho de que la represión sexual es de origen
sociológico y no biológico. En su libro, Malinowski no discutía esa cuestión.
Mucho más explícito era el lenguaje de su material.
Resumiré los puntos que aquí más nos
interesan. Los niños de las Trobriands no conocen represión sexual alguna y no
existen para ellos secretos sexuales. Su vida sexual se desarrolla
naturalmente, libremente y sin obstáculos a través de cada etapa de su vida,
con plena satisfacción.
Los niños realizan con libertad las
actividades sexuales correspondientes a sus edades. A pesar de lo cual, o mejor
dicho, justamente por esa razón, la sociedad trobriandesa no conocía, en la
tercera década de nuestro siglo, ni perversiones sexuales, ni psicosis
funcionales, ni psiconeurosis, ni crímenes sexuales; no tiene ninguna palabra
para designar el robo; la homosexualidad y la masturbación sólo significan para
ellos formas artificiales y no naturales de gratificación sexual, un signo de
una perturbación de la capacidad para alcanzar la satisfacción normal.
Los niños trobriandeses desconocen el
estricto y obsesivo entrenamiento para el control excrementicio, que socava la
civilización de la raza blanca. Los trobriandeses, por lo tanto, son
espontáneamente limpios, ordenados, sociales sin compulsión, inteligentes e
industriosos. La forma socialmente aceptada de vida sexual, es la monogamia
espontánea sin compulsión, una relación que puede disolverse sin dificultades;
en consecuencia, no hay promiscuidad. En la época que Malinowski investigaba en
las Trobriands, en las islas Amphlett, unas pocas millas más lejos, vivía una
tribu que tenía una organización familiar patriarcal autoritaria. Los
habitantes de esas islas ya mostraban todos los rasgos del neurótico europeo:
desconfianza, angustia, neurosis, perversiones, suicidios, etcétera. Nuestra
ciencia, saturada como está de negación sexual, hasta ahora ha logrado reducir
a cero la significación de hechos decisivos mediante el sencillo método de
presentar uno junto al otro, en clara coordinación, lo importante y lo no
importante, lo banal y lo grandioso. La diferencia recientemente mencionada entre
la organización matriarcal libre de los isleños de las Trobriands, y la
autoritaria y patriarcal de las Amphlett, tiene más peso desde el punto de
vista de la higiene mental que los diagramas más complicados y aparentemente
más exactos de nuestro mundo académico.
Esa diferencia significa: el factor
determinante de la salud mental de una población es el estado de su vida de
amor natural.
Freud había sostenido que el período de
latencia sexual de nuestros niños, entre los seis y los doce años, era un fenómeno
biológico. Mis observaciones de adolescentes de distintos estratos de la
población habían demostrado que, dado un desarrollo natural de la sexualidad,
el período de latencia no existe. Allí donde se da un período de latencia,
trátase de un producto artificial de nuestra cultura.
Ahora lo confirmaba Malinowski: las
actividades sexuales de los niños de las islasTrobriands tenían lugar sin
interrupción de acuerdo con su edad respectiva, sin un período de latencia. El
coito comienza cuando la pubertad lo exige. La vida sexual de los adolescentes
es monógama: se cambia de pareja tranquila y ordenadamente, sin celos
violentos.
Muy diferentemente de lo que ocurre en
nuestra civilización, la sociedad de las Trobriands se preocupa por la vida
sexual de los adolescentes y la facilita, en particular proporcionándoles
chozas donde pueden estar solos, y también en otros aspectos, de acuerdo con su
conocimiento de los procesos naturales.
La supresión sexual es un instrumento
esencial en la producción de la esclavitud económica.
Por lo tanto, la supresión sexual en
el infante y el adolescente no es, como afirma el psicoanálisis –de acuerdo con
erróneos y tradicionales conceptos educativos- el prerrequisito del desarrollo
cultural, la socialidad, la diligencia y la limpieza: es exactamente lo
opuesto.
Los isleños de las Trobriands, con su plena
libertad sexual natural, no sólo han alcanzado un alto desarrollo agrícola,
sino que, debido a la ausencia de tendencias secundarias, han mantenido un
estado general de cosas que parecería un sueño a cualquier nación europea de
1930 ó 1940.
Los niños sanos presentan una sexualidad
natural espontánea. Los niños enfermos, una sexualidad artificial, o sea,
perversa. La alternativa que enfrentamos en este asunto de la educación sexual
no es, en consecuencia, sexualidad o abstinencia, sino vida sexual
natural y sana, o perversa y neurótica.
La represión sexual es de origen
socioeconómico y no biológico.
Su función es sentar las bases de la
cultura autoritaria patriarcal y la esclavitud económica, como podemos verlo de
la manera más clara en Japón, China, India, etc. En los comienzos de la
historia, la vida sexual humana seguía leyes naturales que ponían los
fundamentos de una socialidad natural.
Desde entonces, el período del patriarcado
autoritario de los cuatro a seis mil años últimos, ha creado, con la energía de
la sexualidad natural suprimida, la sexualidad secundaria, perversa, del hombre
de hoy.
Wilhelm Reich (1945) LA FUNCIÓN DEL ORGASMO, El descubrimiento del orgón, Problemas
económico-sexuales de la energía biológica
Se refiere a la irrupción en el poder de Adolf Hitler presidente y
canciller de Alemania entre 1933 y 1945 y el creador del Partido Nazi,
liderando un régimen totalitario en su país Conocido como Tercer Reich
o Alemania nazi.